Girumasu – Volumen 2 Capítulo 28

Capítulo 28

«¡Mierda, mierda! ¡Malditos idiotas, mirándome con desprecio…»

Aiden golpeó las barras de su celda subterránea con tanta fuerza como pudo. Escuchando el sonido reverberar a través de la inquietante prisión, mostró los dientes y miró hacia el pasillo por donde desaparecieron la sanadora y su amigo.

«¡Esa… asesina!»

¿Es esto ira u odio? Incapaz de contener sus furiosas emociones, Aiden levantó su pierna encadenada para patear las barras de manera agresiva, una y otra vez. No se rindió, incluso cuando las cadenas se clavaron en su carne y le sacaron sangre.

«¡Haah, haah!»

Después de un rato, Aiden finalmente dejó de patear, con los hombros agitados mientras recuperaba el aliento. El dolor punzante en realidad se sentía agradable. Quería saturar su cerebro con dolor para adormecerse ante la realidad. Mientras pensaba esto, las lágrimas le brotaron de los ojos.

«Ngh… hnn.»

Ahogando su voz, Aiden lloró. Como si lo golpeara el contragolpe de su arrebato emocional, fue asaltado por su habitual autodesprecio.

Él era el verdadero asesino aquí.

Aiden sabía que él era responsable de la aniquilación de su grupo. No solo fue incapaz de mantener el aggro del enemigo, sino que también sugirio desafiar al jefe en primer lugar. Los otros miembros de su grupo, Lululee en particular, se opusieron firmemente, pero Aiden no los escucho en absoluto y se dirigió a enfrentar al jefe de todos modos.

En la confusión, Lululee había continuado curándolos hasta que sus poderes mágicos se agotaron. Mientras tanto, Aiden dudo sobre si retirarse después de descubrir que no podía volver a atraer el aggro de su enemigo, dejando morir a sus aliados sin poder hacer nada.

«¡No, no es mi culpa…! ¡Es todo por culpa de las habilidades! ¡Es porque no puedo manifestar una habilidad…!»

Envidiaba a Lululee por haber manifestado una habilidad Sigurth. Los celos viciosos echaron raíces en el corazón de Aiden y continuaron carcomiéndolo. La única forma de deshacerse de esa envidia era volverse más fuerte. Tenía que manifestar una habilidad. Y no una habilidad mediocre, sino una excepcional.

En ese momento, una voz amable resonó. «Eres bastante rebelde por aquí.»

Aiden levantó la cabeza sobresaltado. No se había dado cuenta de que dos hombres estaban parados al otro lado de las barras.

Era Heitz, con su habitual sonrisa indiferente. Detrás de él se vislumbraba otro hombre en silencio. Realmente era tan callado como decían; Aiden nunca lo había visto hablar ni escucho a nadie llamarlo por ningún nombre. ¿No puede hablar o simplemente no quiere? Aiden no sabía nada de él.

«…Esa habilidad tuya sí que es increíble,» dijo Aiden. «¿Incluso puedes entrar en la prisión subterránea del gremio?»

Heitz tenía una habilidad Sigurth de teletransportación. Luchando contra su odio por cualquiera que poseyera una habilidad Sigurth, Aiden giró la cabeza hacia otro lado.

«En absoluto,» dijo Heitz. «Mi habilidad no es tan increíble como para poder teletransportarme a una sola celda eh infiltrarme en una prisión subterránea compleja y laberíntica. De hecho, obtuve permiso y entré legítimamente por la entrada.»

Heitz le dedicó una sonrisa dudosa y luego levantó el libro que tenía en la mano para mostrárselo. «Tenía asuntos en un nivel muy por debajo de aquí. Solo vine a buscar a un querido amigo mientras estaba en eso.»

«¿A qué te refieres con tus asuntos?»

«¿No lo sabes? Es una misión secreta. Aunque todavía no la he aceptado.»

«¡!» Aiden abrió los ojos. Parecía solo un libro, pero al examinarlo más de cerca, la encuadernación estaba densamente cubierta de llamativos caracteres dorados.

«Fui a pedir prestado algo que estaba cuidadosamente guardado en el almacenamiento subterráneo de libros.»

«¡¿Almacenamiento subterráneo de libros?!»

Aiden se quedó boquiabierto ante la inesperada frase que salió de la boca de Heinz. Eso estaba en el nivel más bajo del laberinto subterráneo, y solo el maestro del gremio podía entrar. Se decía que allí se guardaban los secretos más confidenciales del Gremio de Aventureros.

«…De ninguna manera. No me vas a decir que el hombre de negro es la persona que organizó todo esto para nosotros, ¿verdad…?»

«Bingo. Estoy realmente agradecido por sus contribuciones infinitamente generosas.»

«¿¡Quién diablos es él?!»

Aiden solo había visto una vez al hombre de negro, la persona que le conto a Heitz sobre la reliquia que podía otorgar una habilidad Dia. Estaba vestido con túnicas de ébano como ropa de entierro que le ocultaban la cara, por lo que, aunque podían decir por su voz baja que era un hombre, no sabían quién era en realidad. Se les apareció un día de la nada, solo para desaparecer de nuevo una vez que terminaron de hablar.

Recordar a esa persona misteriosa hizo que Aiden se estremeciera y palideciera. No solo irrumpieron en el nivel más bajo de la prisión del gremio, sino que logro que Heitz entrara al almacenamiento subterráneo de libros que solo el maestro del gremio tenía derecho a examinar; claramente no eran cualquiera.

Heitz ladeó la cabeza ligeramente ante la expresión congelada de Aiden. «¿Quién sabe? No estoy particularmente interesado, y no voy a ser tan maleducado como para entrometerme. Si puedo obtener su ayuda, la aceptaré, sin importar quiénes sea.»

«…»

Al igual que cuando Aiden conoció al hombre por primera vez, Heitz se mostraba afable a simple vista, pero cuando realmente lo mirabas de cerca, su horrible sonrisa sugería una oscuridad sin fondo.

«¿No quieres vengarte de este mundo miserable con nosotros?»

Entonces Heitz le había susurrado dulcemente a Aiden cuando estaba desesperado por su incapacidad para manifestar una habilidad. La invitación de Heitz había parecido un rayo de luz en ese momento, ya que Aiden casi se había resignado al hecho de que nunca obtendría una habilidad. Ahora, sin embargo, sintió un malestar tardío, preguntándose si era una buena idea asociarse con el hombre.

«Pronto, Ricaide causará un pequeño alboroto en el festival por nosotros. Aprovecharemos esa confusión para subir,» explicó Heitz mientras abría la celda con una llave que había sacado—debe haberla obtenido del hombre de negro—. Ricaide era el mago negro de su grupo. Era un hombre con un cuerpo delgado como un raíl que siempre se reía de una manera molesta, como si se estuviera burlando de ti.

«Vamos, vámonos. Hemos sido golpeados durante tanto tiempo, pero ahora nuestra victoria está justo frente a nosotros.»

Los barrotes de la puerta se abrieron con un chirrido inquietante. Heitz extendió sus manos como si le diera la bienvenida a Aiden. Era como si Aiden estuviera mirando la boca del infierno.

¿De qué estoy tan asustado? No hay nada de qué sentir ansiedad, a estas alturas.

Ya había tomado la decisión de hacer cualquier cosa para manifestar una habilidad. Nunca obtendría una viviendo una vida honesta. Tenía que lograr esto, incluso si se desviaba del camino correcto.

«…Sí. Vamos.» Aiden se obligó a sonreír y dio un paso adelante.

No hay vuelta atrás ahora.