Capítulo 27
«¡Mmm! ¡¿Entonces esta es carne importada de la región de Rosagne?!»
Sosteniendo un trozo de carne deshuesada en la mano derecha y una jarra llena hasta el borde con bebida alcohólica en la izquierda, Alina abrió los ojos por la suavidad de la comida a la que acababa de hincarle el diente. Bajó ese bocado de su manjar salado y especiado con un trago.
«¡Ahhhh! ¡El cielo!»
Sabiendo el sabor de la bebida del Festival del Centenario que finalmente había probado, Alina miró alrededor de la calle principal. La música del festival era animada, deliciosos olores le cosquilleaban la nariz y todos se divertían. Aunque era el mismo camino que solía tomar para ir al trabajo, fue como si acabase de llegar a un mundo completamente diferente. Su frustración anual por no poder asistir, sumado a la superación de una cantidad de horas extra sin precedentes este año, hizo que el evento fuera aún más conmovedor.
«Lo logré… ¡Gané…! ¡Libertad y dignidad como trabajadora…!»
Solo alguien que había pasado por el infierno de las horas extra para poder asistir al Festival del Centenario entendería este sentimiento de liberación y alegría.
Di lo que quieras sobre la zanahoria y el garrote, la gente no puede vivir solo con el garrote. Es esa zanahoria a la distancia lo que nos permite darlo todo cada día. Al haber sido golpeada solo con el garrote mientras le negaban la zanahoria, Alina se conmovió hasta las lágrimas.
«¡Hoy, me olvidaré por completo del estúpido trabajo y me divertiré hasta el hartazgo…!»
Devorando el último bocado de su carne, Alina buscó su próximo objetivo. Orgullosos chefs instalaron sus puestos ambulantes alrededor de la calle principal. Poder disfrutar de cocinas de otras naciones del continente que normalmente nunca probarías era una de las atracciones del Festival del Centenario. Mientras Alina temblaba con determinación, alguien la llamó por sorpresa con voz temblorosa.
«Comes bastante, ¿eh, Alina?» Era Jade. «Yo como lo que se espera de mi físico, pero tú eres tan delgada, ¿a dónde va toda esa comida?»
«Haahhh…»
Dando un mordisco y tragando la carne, se lamió el grasiento jugo que se le había quedado alrededor de la boca y luego sonrió con valentía. «Mis órganos digestivos fueron entrenados con el exceso de bebida y comida para liberar el estrés. No subestimes eso.»
«¿Y qué vas a comer después?»
«Mmm, sí. Básicamente hemos recorrido todos los puestos que agotaran antes, así que lo siguiente son los dulces.»
Sacando su guía del Festival del Centenario hecha a mano, Alina comenzó a buscar su próximo objetivo con la mayor seriedad. «He oído que están vendiendo un postre divertido en la gran plaza. Son frutas recubiertas de caramelo.»
«Huh, eso suena bien. El gran evento del primer día también está a punto de comenzar, así que esto es casi perfecto.»
El Festival del Centenario se celebraba durante tres días y tres noches, y cada día se organizaba un gran evento en la plaza principal. Artistas especialmente seleccionados que habían pulido sus habilidades para la ocasión presentaban un espectáculo, con un desfile de una banda de músicos. Para colmo, un tipo de espectáculo completamente diferente cerraría el Festival del Centenario en el espectáculo final del tercer día.
«Entonces vamos, Alina.»
Mientras Alina guardaba con regocijo su guía en la bolsa de su cintura, Jade le tendió la mano.
«¿…?» Alina no entendió lo que él trataba de hacer por un momento y miró fijamente su palma.
Jade le devolvió la sonrisa. «La plaza está más concurrida que aquí. Vamos de la mano para no separarnos.»
«No me importa si nos separamos.» Alina lo rechazó cruel y rotundamente.
Pero Jade actuó un poco diferente de lo habitual, ya que un aura intimidante parecía emanar de su mano derecha. «¡No, no podemos permitir eso…! ¡He… estado esperando esta oportunidad durante tanto tiempo…! ¡Todo este tiempo has tenido carne, bebida y esas cosas en tus manos…! ¡Pero ahora finalmente son libres, y no dejaré que esta oportunidad se me escape…!»
«Oh, ya… Qué egoísta es eso.» Alina fulminó a Jade con la mirada, sus ojos verdes destellaron. «¡En los festivales, caminas con bebida en una mano y comida en la otra! ¡Tener una ocupada con cualquier otra cosa está fuera de discusión! Además, ¿¡quién demonios te tomaría de la mano a ti, maldito bicho raro plateado…?» El martillo de guerra de Alina casi saltó mientras lo menospreciaba como de costumbre, pero luego logró controlarse.
«¿Hmm? ¿Qué pasa, Alina?»
Después de prácticamente proclamar que iba a tomar su mano ese día, incluso si eso significaba recibir un golpe, Jade solo pudo inclinar la cabeza. De repente había dejado de menospreciarlo y comenzaba a inquietarse. Se quedó en silencio por un rato antes de mirar alternativamente entre el rostro de Jade y la mano que le había ofrecido.
«…N-no es realmente… bueno, eh…», tartamudeó.
De repente, Alina perdió el interés de intentar golpear a Jade… porque estaba agradecida con él, más o menos.
Si no fuera por su ayuda con las horas extra, nunca habría alcanzado a venir al Festival del Centenario como tanto lo deseaba. Si no fuera por él, Alina estaría haciendo horas extra con lágrimas en los ojos mientras escuchaba la música del festival nuevamente este año. Nada la hacía más feliz que el hecho de que él hubiera evitado ese trágico futuro para ella.
«¡Ni hablar! ¿Te duele el estómago o algo así?» Al ver a Alina claramente diferente de lo habitual, Jade se olvidó de tomar su mano y comenzó a asustarse. «¿O bebiste demasiado? ¡Realmente lo has estado echando para atrás, después de todo…! Espera, te traeré agua.»
Cuando se giró para buscar agua, Alina se armó de valor y le tomó la mano.
«¿…Huhhh?» Jade hizo un ruido de desconcierto cuando estaba a punto de salir corriendo, luego se congeló por un momento. Se dio la vuelta con mucha inquietud.
Alina le estaba tomando de la mano.
Se le desencajo la mandíbula. Alina desvió la mirada, con sus mejillas ligeramente sonrojadas mientras murmuraba en voz baja: «…E-esto es… bueno, si no me hubieras ayudado con las horas extra, entonces definitivamente no hubiera podido venir al Festival del Centenario este año… Um… ah, lo que quiero decir es…» Por alguna razón, no lograba ser del todo honesta con él, pero se recuperó con un resoplido y dijo: «Um… gracias.»
Los ojos de Jade se abrieron, y se quedó allí como una estatua de piedra, abriendo y cerrando la boca aturdido. Se quedó así un rato, pero la sensación de la mano de Alina finalmente lo hizo volver a la realidad.
«¡Sí!»
Sonriendo felizmente, él le devolvió el apretón a su pequeña palma.